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Más allá del estado de ánimo: cómo la depresión impacta al cuerpo
Por: Andrés Vega Rosas1, Mónica Flores Ramos1
- Subdirección de Investigaciones Clínicas, Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz.
La depresión mayor es un trastorno mental que se manifiesta principalmente por un estado de ánimo persistentemente bajo y la pérdida del interés o placer en actividades cotidianas. A estos síntomas se suman diversas alteraciones cognitivas, emocionales y físicas que, al mantenerse por más de dos semanas, reflejan cambios significativos en la neurobiología del cerebro. Se trata de un problema de salud muy común y altamente incapacitante. En México, la depresión se encuentra entre las diez enfermedades más discapacitantes, y se estima que el 9.2% de la población ha experimentado al menos un episodio depresivo a lo largo de su vida (1). A pesar de su alta prevalencia, muchas personas siguen creyendo que la depresión es únicamente “sentirse triste”, sin saber que también afecta profundamente la salud física.
¿Cómo se relaciona la depresión con otras enfermedades del cuerpo?
Hoy sabemos que la depresión no solo implica cambios emocionales, sino también alteraciones biológicas profundas en el sistema nervioso central (2). Estas alteraciones pueden afectar distintos procesos del organismo y ayudar a explicar por qué la depresión a menudo se vincula con otras enfermedades físicas. A continuación, te explicamos algunos de los principales mecanismos involucrados:
- Hormonal: En personas con depresión, suele haber un desequilibrio en el llamado eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal. Esto puede llevar a un aumento de cortisol —conocido como la hormona del estrés—, y a una disminución de hormonas tiroideas y estrógenos, lo que afecta el bienestar general del cuerpo.
- Neurotransmisores: Durante mucho tiempo se ha hablado del papel de la serotonina, la dopamina y la noradrenalina en la depresión, porque muchos medicamentos actúan sobre estos químicos cerebrales. Pero también existen otros sistemas de comunicación importantes en el cerebro, como el sistema GABA-glutamato. Para entenderlo, imaginemos que el cerebro funciona como una ciudad con semáforos: el glutamato sería como una señal verde que activa y estimula la actividad neuronal, mientras que el GABA sería la señal roja que frena y regula esa actividad. En una persona con depresión, puede haber un desequilibrio entre estas “señales”, con demasiada estimulación o demasiada inhibición, lo que contribuye a problemas emocionales y cognitivos.
- Inflamación: El estrés crónico y la depresión pueden activar una respuesta inflamatoria en el cuerpo, similar a la que ocurre cuando enfrentamos una infección. En el cerebro, esta reacción está mediada por células inmunitarias llamadas microglía, que liberan sustancias químicas —como citocinas e interleucinas— que, si se mantienen elevadas por mucho tiempo, pueden afectar el funcionamiento cerebral y otros órganos. Se ha encontrado que cerca del 40% de las personas con depresión presentan este tipo de inflamación, como si su cuerpo estuviera luchando contra una infección... incluso cuando no hay ninguna presente.
- Factores genéticos y epigenéticos: Algunas personas pueden tener una mayor predisposición genética a desarrollar depresión, especialmente si heredan genes que afectan la forma en que las neuronas se comunican entre sí. Sin embargo, eso no significa que la depresión sea inevitable. El entorno en el que vivimos —incluyendo nuestras experiencias, relaciones y niveles de estrés— puede influir en cómo se activan o se “apagan” esos genes. A este fenómeno se le llama epigenética: la manera en que el ambiente moldea la expresión de nuestros genes sin cambiar la información que contienen. Por eso, el contexto de vida tiene un papel clave en el desarrollo o prevención de la depresión.
- Cambios en la estructura y funcionamiento del cerebro: En personas con depresión, se han identificado modificaciones en regiones cerebrales relacionadas con el pensamiento, la memoria y la gestión de emociones. Estos cambios pueden hacer que la persona tenga menor flexibilidad para adaptarse a situaciones nuevas y una mayor sensibilidad al estrés.
Todos estos mecanismos no solo afectan el cerebro. También pueden contribuir al desarrollo de enfermedades crónicas y degenerativas, lo que demuestra que la depresión tiene consecuencias que van mucho más allá del estado de ánimo.
¿Qué enfermedades se asocian con depresión?
Durante mucho tiempo, la depresión fue considerada únicamente como un problema emocional. Sin embargo, cada vez hay más evidencia que demuestra su impacto profundo en la salud física. La depresión no solo puede agravar enfermedades existentes, sino también aumentar el riesgo de desarrollar nuevas. A continuación, presentamos algunos ejemplos de estas complejas interacciones mente-cuerpo.
Enfermedades cardiovasculares
Tradicionalmente, los principales factores de riesgo para enfermedades del corazón han sido el tabaquismo, la diabetes, la hipertensión y la obesidad. Pero hoy sabemos que la depresión también tiene un impacto considerable. Un metanálisis realizado con más de 63 mil pacientes con enfermedad cardiovascular encontró que el 20.8% también tenía diagnóstico de depresión, y que esta condición se asociaba con un mayor riesgo de mortalidad (3).
La relación entre depresión y salud cardiovascular es compleja, pero se ha identificado que el estrés crónico altera el ritmo cardíaco, eleva la presión arterial y provoca inflamación en los vasos sanguíneos. Además, puede dañar las paredes arteriales y facilitar la formación de coágulos. Todo esto incrementa el riesgo de eventos como infartos o accidentes cerebrovasculares.
Diabetes mellitus
Las personas con depresión tienen el doble de riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, en comparación con quienes no presentan este trastorno (4). Esto se debe, en parte, a que ambas condiciones comparten factores como el sedentarismo, una dieta alta en azúcares y carbohidratos refinados, y bajos niveles de actividad física —conductas que a menudo forman parte del cuadro depresivo.
Además, el estrés constante eleva los niveles de cortisol, la hormona que nos ayuda a reaccionar ante situaciones de peligro. Cuando el cuerpo mantiene esta señal de “alarma” encendida durante mucho tiempo, el metabolismo se ve alterado: aumenta la glucosa en sangre, se genera resistencia a la insulina y se elevan los niveles de colesterol y triglicéridos. Todo esto favorece el desarrollo de diabetes y otras complicaciones metabólicas.
Cáncer
La ciencia también ha comenzado a explorar la relación entre la depresión y el cáncer. Por un lado, el estado inflamatorio crónico y los cambios hormonales asociados a la depresión podrían contribuir al desarrollo de ciertos tipos de tumores. Por otro lado, las personas con cáncer que también presentan depresión tienden a tener una peor evolución de la enfermedad. Estudios recientes señalan que la depresión puede aumentar la mortalidad entre un 23 y un 83% en tipos de cáncer como el de mama, próstata, pulmón o colon (5).
Aunque los mecanismos aún no se comprenden del todo, se sabe que la depresión puede debilitar la respuesta inmunológica del cuerpo, impedir que las células tumorales sean eliminadas a tiempo o incluso favorecer procesos como la inflamación, el daño al ADN y el crecimiento de vasos sanguíneos que alimentan a los tumores.
También es importante considerar que el estilo de vida vinculado a la depresión —como el consumo de alcohol o tabaco, el aislamiento social y el deterioro emocional— puede influir negativamente en el desarrollo o el curso del cáncer.
Otras enfermedades
Además de los padecimientos mencionados, la depresión puede influir en muchas otras condiciones médicas, especialmente aquellas de tipo crónico y debilitante. También puede suceder a la inversa: vivir con una enfermedad física puede provocar síntomas depresivos. Por eso, es fundamental que el personal de salud evalúe el estado emocional de sus pacientes y promueva una atención integral que incluya la salud mental.
Mente sana en cuerpo sano
La depresión es una enfermedad real, compleja y con múltiples consecuencias. Afecta tanto la mente como el cuerpo, y puede alterar significativamente la calidad de vida de quien la padece. Derribar los mitos y estigmas en torno a la salud mental es un paso esencial para construir entornos más empáticos, informados y saludables.
Cuidar la salud mental no es un lujo, sino una parte indispensable de un estilo de vida saludable. Reconocer la depresión, atenderla a tiempo y promover el bienestar emocional es también una forma de prevenir enfermedades físicas y mejorar nuestra salud de manera integral.

La depresión no solamente afecta la salud cerebral, sino que se asocia con riesgo cardiovascular, metabólico y oncológico.
Referencias
- Cerecero-García D, Macías-González F, Arámburo-Muro T, Bautista-Arredondo S. (2020) Síntomas depresivos y cobertura de diagnóstico y tratamiento de depresión en población mexicana. Salud Publica Mex, 62(6):840-5.
- Cui, L., Li, S., Wang, S., Wu, X., Liu, Y., Yu, W., Wang, Y., Tang, Y., Xia, M., & Li, B. (2024). Major depressive disorder: hypothesis, mechanism, prevention and treatment. Signal transduction and targeted therapy, 9(1), 30.
- Zeng, J., Qiu, Y., Yang, C., Fan, X., Zhou, X., Zhang, C., Zhu, S., Long, Y., Hashimoto, K., Chang, L., & Wei, Y. (2025). Cardiovascular diseases and depression: A meta-analysis and Mendelian randomization analysis. Molecular psychiatry, 10.1038/s41380-025-03003-2.
- Fanelli, G., Raschi, E., Hafez, G., Matura, S., Schiweck, C., Poluzzi, E., & Lunghi, C. (2025). The interface of depression and diabetes: treatment considerations. Translational psychiatry, 15(1), 22.
- Ungvari, Z., Fekete, M., Buda, A., Lehoczki, A., Fekete, J. T., Varga, P., Ungvari, A., & Győrffy, B. (2025). Depression increases cancer mortality by 23-83%: a meta-analysis of 65 studies across five major cancer types. GeroScience, 10.1007/s11357-025-01676-9.
- Vaccarino, V., & Bremner, J. D. (2024). Stress and cardiovascular disease: an update. Nature reviews. Cardiology, 21(9), 603–616.
- Mosili, P., Mkhize, B. C., Sibiya, N. H., Ngubane, P. S., & Khathi, A. (2024). Review of the direct and indirect effects of hyperglycemia on the HPA axis in T2DM and the co-occurrence of depression. BMJ open diabetes research & care, 12(1), e003218.
- Chen, Y., Lu, Y., Chen, S., Liu, P., He, J., Jiang, L., & Zhang, J. (2025). Molecular mechanisms and clinical value of the correlation between depression and cancer. Medical oncology (Northwood, London, England), 42(6), 214.