CIENCIA Y SALUD
Lactancia materna como elemento fundamental para el adecuado funcionamiento del mecanismo de apetito y saciedad Por: Dra. Claudia Ivonne Ramírez Silva - Investigadora del Instituto Nacional de Salud Pública y responsable de la iniciativa "Más Lactancia y Salud para la Vida"
La obesidad infantil constituye un problema de salud pública a nivel global; y se estima que continuará incrementando aceleradamente en los próximos 10 años. La Federación Mundial de Obesidad indica que para el año 2035 las prevalencias de obesidad infantil incrementarán un 100% en niños; y 125% en niñas –llegando a 208 millones y 175 millones, respectivamente–, identificando un aumento más acelerado en la población infantil en comparación con la adulta1. Por otra parte, a nivel mundial sólo el 48% de niñas y niños menores de 6 meses han recibido lactancia materna exclusiva2. Alimentarse correctamente es vital para fomentar un adecuado estado de nutrición y salud en el ser humano y los primeros días de vida es fundamental contar con el alimento óptimo que incluso contribuirá a terminar de programar nuestro apetito y saciedad en el futuro. Al respecto, una primera pregunta es: ¿Cómo nuestro cuerpo regula la ingestión de los alimentos?
Desde que nacemos el cuerpo regula la ingestión de los alimentos a través de las señales de apetito y saciedad y, este complejo sistema funciona y se constituye desde la gestación y en los primeros días de vida. A continuación veremos cómo se puede lograr esto.
El ser humano consume alimentos para mantener su equilibrio energético y satisfacer sus requerimientos de nutrimentos para sobrevivir.
El hipotálamo, reconocido como el centro regulador del mecanismo de apetito y saciedad, integra una serie de señales periféricas que modulan la ingestión de alimentos y controla el balance energético. Este sistema integra dos componentes: de corto y largo plazo.3
En el corto plazo, el hipotálamo se encarga de regular la ingestión al inicio y final de cada comida individual. Y a largo plazo regula la energía y el peso corporal, integrando las señales metabólicas a través de la ingestión y el gasto energético.
El hipotálamo contiene diferentes estructuras anatómicas que participan en la regulación del apetito y la saciedad, entre otros comportamientos fundamentales. Una estructura especialmente importante es el Núcleo Arcuato, compuesto de dos tipos distintos de células neuronales:
- las que producen moléculas que exhiben funciones que suprimen el apetito (también conocidas como anorexigénicas)
- las que estimulan el apetito (identificadas como orexigénicas).3
Imagen 1. Ubicación del hipotálamo en el cerebro.
Un desequilibrio en la función de los circuitos orexigénicos o anorexigénicos puede perturbar el microambiente regulador, resultando en un consumo descontrolado de alimentos (o hiperfagia), acumulación anormal de peso e incremento de tejido adiposo (o adiposidad)4.
De acuerdo a las teorías de los orígenes del desarrollo de la salud y enfermedad, las alteraciones durante la etapa de la gestación y la posnatal temprana puede aumentar la susceptibilidad para el desarrollo de obesidad y enfermedades crónicas a lo largo de la vida;5 demostrado que el tipo de alimentación y crecimiento que el ser humano tenga durante la primera infancia, como los 24 primeros meses de vida, puede: 1) modificar la expresión génica (proceso que la célula utiliza para producir las moléculas que necesita, mediante la lectura del código genético escrito en el ADN); 2) determinar la capacidad funcional; y 3) determinar la competencia metabólica e inflamatoria y 4) las respuestas al medio ambiente en el futuro.6
¿Cómo la lactancia materna puede prevenir el sobrepeso y la obesidad?
Diversos estudios han mostrado el efecto protector que las prácticas óptimas en lactancia materna tienen para la prevención de sobrepeso u obesidad a corto y largo plazo en el humano. Y el mecanismo de apetito y saciedad podría ser uno de los mecanismos claves para lograr esta prevención, ya que juega un rol primordial en el control de la ingestión de los alimentos y la regulación de las necesidades para mantener el equilibrio energético y las necesidades nutrimentales de cada persona.
La regulación del apetito y la saciedad se realiza a través de una serie de mecanismos complejos que interactúan entre sí, y en los cuales la leptina y la adiponectina son elementos clave para los procesos de este complejo sistema. Aquí es muy importante destacar que ambas hormonas están presentes en la leche materna y NO en las fórmulas comerciales infantiles.7,8
Para que entendamos mejor aún la función de estas hormonas, hagamos una revisión de algunas de sus acciones:
- La adiponectina mejora la sensibilidad a la insulina y, junto con la leptina, está relacionada con el aumento en el metabolismo de los ácidos grasos.
- Tanto la adiponectina como la leptina están implicadas en la regulación a corto plazo con el apetito del infante, especialmente durante la lactancia temprana, aunque también a largo plazo, teniendo un efecto en el balance energético y la regulación del peso corporal.9
Es importante mencionar que estudios realizados en diferentes modelos animales como roedores, cerdos y ovejas10,11,12,–animales cuyos sistemas se asemejan más al del ser humano– han mostrado que este sistema de control del apetito y gasto energético termina de desarrollarse post natalmente, identificando que las conexiones del núcleo del hipotálamo se establecen en las primeras semanas de vida, a través de las concentraciones de leptina y adiponectina, aunque en el ser humano pudiera ser de manera más incipiente en esta etapa.13
Al respecto, la leptina en el ser humano se ha identificado que está presente en la fase de desarrollo fetal y sus concentraciones se incrementan progresivamente durante la gestación. Es a través de estas que la leptina del tejido adiposo controla la maduración del centro hipotalámico, el cual puede tener efectos en los mecanismos de programación de la susceptibilidad a la obesidad. Asimismo, se ha demostrado que la leptina puede sintetizarse en la placenta, lo cual podría contribuir a la transferencia de esta hormona de la circulación materna a la circulación fetal.10
Recordemos que el sitio predominante del apetito en el hipotálamo es el Núcleo Arcuato, y su desarrollo durante la gestación implica dos fases: 1) la neurogénesis (que determina el número de células, la migración neuronal y la muerte celular); y 2) la formación de circuitos funcionales (que implica el crecimiento de los axones y la sinaptogénesis). No obstante, al nacimiento se observa un descenso abrupto y rápido en las concentraciones de leptina en el recién nacido. Esto podría deberse a que se espera que al nacimiento se inicie con el amamantamiento y, de esta forma, la leche materna sea la fuente principal de leptina en el recién nacido para las primeras etapas de su desarrollo.10 Cabe destacar aquí que la leptina cumple una función relevante para el mecanismo de apetito y saciedad que concluirá con el crecimiento de conexiones en la etapa posnatal, desempeñando un rol relevante para el control, a corto plazo, de la ingestión de alimentos y para la etapa en la que el estómago aún es un órgano inmaduro.15
Datos interesantes sobre la leptina
- Estudios en animales han demostrado que el hecho de reemplazar leche materna por leche de fórmula inhibió el crecimiento del intestino delgado y disminuyó la maduración de la mucosa intestinal, sin embargo, estos procesos se revirtieron al administrar de nuevo leptina de forma externa.
- Se han encontrado que los niveles de leptina en sangre son mayores en niños amamantados que en los alimentados con fórmula; y que la concentración de los niveles de leptina en lactantes amamantados se correlacionó positivamente con los niveles de leptina en la leche materna.
- La leptina contenida en la leche materna puede ser absorbida y transferida al torrente sanguíneo, siendo capaz de ejercer efectos biológicos como los relacionados con la maduración del tracto gastrointestinal y ser un insumo para la finalización de la construcción de conexiones del mecanismo de apetito y saciedad, así como para activar la señal de saciedad durante los primeros días de vida, sugiriendo que el/la recién nacido/a necesita esta hormona suministrada por la leche materna.
- Si bien la placenta representa la fuente principal de leptina para el feto, la leche materna representa una fuente continua de leptina para los/as bebés después del parto y durante todo el periodo de lactancia.
- La leptina se encuentra involucrada en la absorción de macronutrimentos. Por lo anterior, un desequilibrio en la maduración en etapas tempranas puede afectar también la respuesta en etapas adultas, promoviendo entre otras cosas, la presencia de obesidad.14,15
Datos interesantes sobre la adiponectina
- La adiponectina, que también se encuentra en la leche materna, disminuye conforme aumenta el tiempo de lactancia; sugiriendo que las concentraciones elevadas al inicio de la lactancia están relacionadas con su rol en la regulación del apetito, la saciedad y el crecimiento del neonato.
- Se ha encontrado una correlación positiva entre las concentraciones de esta hormona en leche materna con las concentraciones en suero tanto de la madre como del recién nacido.
- Se ha planteado que la presencia de la adiponectina en la leche materna humana es importante durante los primeros años de vida para promover el catabolismo cuando los alimentos sólidos son recién introducidos en la dieta del recién nacido.16,17
Es posible revertir la desregulación del mecanismo de apetito y saciedad
El periodo de gestación es una ventana crítica para la conformación y modulación innata de los mecanismos de apetito-saciedad.26 Estudios en humanos y animales han mostrado que la obesidad materna, al igual que dietas rica en grasas y azúcares refinados durante la etapa el embarazo, se han relacionado con un mayor riesgo de obesidad infantil y adulta.18 También, que esta programación de la descendencia hacia la obesidad puede ser explicada por la hiperfagia (causada por la desregulación del mecanismo de apetito y saciedad), dando un aumento del apetito y la disminución de la sensibilidad de la saciedad.
Dependiendo del estado nutricional materno y de la dieta, la desregulación del mecanismo de apetito y saciedad (hiperfagia programada) –al igual que la obesidad– pueden exacerbarse o prevenirse en la descendencia de madres obesas; y el mecanismo que está detrás de este fenómeno implica la plasticidad (es decir, la capacidad del sistema nervioso para cambiar su estructura y su funcionamiento a lo largo de su vida) que otorga la etapa posnatal al centro regulador del apetito de las y los bebés, por tanto, representa una oportunidad para modular la regulación de la alimentación y la saciedad y romper el ciclo intergeneracional de la obesidad a través de los diversos componentes de la leche materna.10,15,20,26
Figura 1.- Lactancia maternal, regulación del apetito y saciedad en niños
y su relación con crecimiento, adiposidad y factores de riesgo metabólico19
En conclusión, la mala nutrición materna (tanto por deficiencia como por exceso), así como una dieta alta en grasas y en azúcares simples durante la etapa de la gestación, se relaciona con una programación desregulada del mecanismo de apetito y saciedad en la descendencia (provocando hiperfagia y menor sensibilidad a las señales de saciedad). Sin embargo, la evidencia muestra que la leche materna tiene el potencial de re-modular (resarciendo) el mecanismo de apetito y saciedad que fue inadecuadamente programado durante la etapa de la gestación, debido a que la leche materna contiene dos principales hormonas como la leptina y adiponectina, entre otras, que tiene un papel vital en la formación de conexiones, adecuado funcionamiento y maduración del mecanismo de apetito y saciedad durante la infancia temprana en la etapa posnatal.
Enlaces de interés
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Referencias:
- Suggested Citation:World Obesity Federation, World Obesity Atlas 2023.https://data.worldobesity.org/publications/?cat=19
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