Salud menstrual: más allá del tabú y del acceso a productos menstruales Por: Dra. Andrea Rodríguez López¹; Dra. Lorena Elizabeth Castillo Castillo²; Dra. Leonor Rivera Rivera³*

1. Posdoctorante en el Centro de Investigación en Salud Poblacional en el área de Salud Sexual y Reproductiva / Grupo de Investigación y Docencia de Salud Mental y Adicciones
2. Instituto de la Mujer de Cuernavaca (IMC) / Grupo Investigación y Docencia de Salud Mental y adicciones
3. Centro de Investigación en Salud Población. INSP/Grupo de Investigación y Docencia de Salud Mental y Adicciones

* autor correspondiente

La pubertad es una etapa de transición profunda entre la infancia y la vida adulta, en la que ocurren cambios físicos, psicológicos y sociales. En el caso de las niñas, el primer signo visible suele ser el crecimiento de las mamas, lo cual puede ocurrir entre los 8 y 13 años. La menarquia —la primera menstruación— aparece normalmente entre año y medio y dos años después del desarrollo mamario.

Hablar de menstruación no es solo referirse a un evento biológico. Es abrir la conversación sobre salud menstrual, un concepto amplio que abarca el acceso a agua potable, baños limpios, productos de gestión menstrual adecuados, comprensión del ciclo menstrual, educación en salud sexual, y la eliminación de estigmas y tabúes. Todo esto, acompañado de políticas públicas que garanticen condiciones dignas para vivir esta etapa natural de la vida.

En los últimos años, la demanda por garantizar una menstruación digna ha cobrado fuerza. Diversas voces —desde organizaciones civiles hasta instituciones académicas y gubernamentales— han comenzado a incluir este tema en sus agendas. ¿Pero qué significa, realmente, tener una menstruación digna? Implica acceso gratuito a productos menstruales como toallas sanitarias o copas; educación sin prejuicios; espacios higiénicos y seguros. En otras palabras: vivir este proceso biológico con libertad, salud y respeto.

A pesar de los avances, aún persisten grandes retos. La falta de programas educativos, el desconocimiento, la escasez de datos e indicadores y el acceso desigual a insumos siguen limitando las posibilidades de garantizar este derecho fundamental.

Avances y desafíos en la lucha por la salud menstrual

Desde el ámbito internacional, organismos como el Banco Mundial —a través de su programa WASH— han promovido acciones concretas para mejorar la higiene menstrual, especialmente en escuelas. Por otro lado, académicas como la Dra. Marni Sommer han propuesto indicadores que permiten monitorear el impacto de estas iniciativas en distintos contextos.

En México, organizaciones como Menstruación Digna y la Organización para Chicas (OPC) han impulsado reformas legislativas, proyectos educativos y campañas de incidencia que visibilizan la salud menstrual como un asunto de equidad y justicia social.

Estas acciones no se limitan a las instituciones. Colectivas, activistas y voluntarias también han contribuido a transformar el panorama. Un ejemplo de ello son las campañas de donación de productos menstruales a comunidades marginadas, poblaciones indígenas y centros penitenciarios. Iniciativas que colocan la dignidad menstrual en el centro de la acción colectiva.

Una experiencia local: salud menstrual en Cuernavaca

En 2024, el Instituto de la Mujer de Cuernavaca (IMC) realizó un diagnóstico sobre salud menstrual en una muestra de 61 mujeres de diversas colonias del municipio. A través del grupo Mujeres Constructoras de la Paz y delegaciones municipales, se identificaron zonas con problemáticas relacionadas con salud sexual y reproductiva.

Para el diagnóstico se utilizó un cuestionario con 16 reactivos en escala Likert, validado previamente en población mexicana. El instrumento abordó aspectos sobre salud menstrual, síndrome premenstrual, acceso a insumos y percepciones sobre la menstruación.

Resultados principales del diagnóstico

• Alteraciones en el ciclo menstrual: El 70% reportó ciclos muy largos o cortos; más del 40% tenía sangrados menores a tres días. Pese a esto, el 50% consideraba su ciclo como “regular”, lo que evidencia una brecha importante de conocimiento.
• Síntomas físicos y emocionales: El 60% refirió dolor en distintas partes del cuerpo. El 50% mencionó cambios de humor, y el 30% alteraciones en la piel o problemas gastrointestinales.
• Uso de productos menstruales: Todas las mujeres usaban exclusivamente toallas desechables. No obstante, el 40% mostró interés por alternativas más sostenibles. El 20% nunca había oído hablar de la copa menstrual.
• Tabúes y educación: El 25% sintió vergüenza durante su primera menstruación y el 20% no recibió información previa. La principal fuente de información fue la madre, seguida por la escuela.
• Percepción corporal: 45 mujeres reportaron sentirse cansadas durante el periodo; 36, irritables; 19, “sucias”. Solo una mujer se sintió empoderada al menstruar.
• Participación limitada: El 65% faltó a alguna actividad por miedo a mancharse, el 64% por dolor menstrual y un 12% por no tener insumos adecuados.

Conclusiones

Este diagnóstico local confirma que la salud menstrual es un asunto integral que refleja desigualdades estructurales. La pobreza menstrual va más allá de la carencia de productos: incluye desinformación, falta de espacios seguros y ausencia de políticas públicas que reconozcan y garanticen este derecho.

Promover la salud menstrual es promover derechos, dignidad y autonomía. Hablar de la menstruación —sin miedo ni vergüenza— es una forma de transformar el silencio en poder, y de construir una sociedad más justa e informada.

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Referencias

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2. UNICEF. ¿Qué es la adolescencia? https://www.unicef.org/uruguay/que-es-la-adolescencia (2020).
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13. Global MHH Monitoring Group. (2022). Priority list of indicators for girls’ menstrual health and hygiene. Columbia University.
14. Menstruación Digna México. Memorial de Amicus Curiae presentado.
15. Organización para Chicas, A.C. Facilitamos la igualdad de género.
16. Marie Stopes México. (s.f.). Servicios de salud sexual y reproductiva., https://www.mariestopes.org.mx/